Diseñadores Independientes en el CEC

Fantasmas de la conciencia, por Julián Giraudo

Mientras que en el norte muchos afortunados desfilan los parques de Coachella (me prometí a mi misma que algún día me iba a llevar), en la ciudad la agenda de eventos sigue y sigue creciendo, otorgando varias alternativas distintas, si de moda estamos hablando. Desde ferias, como la Pop Up Couture que fue un éxito, hasta inauguración de locales como el de Ayres en el shopping, Rosario ofrece una actividad para cada gusto.

Fue el pasado miércoles 17 que asistimos a la inauguración de la temporada del espacio cultural que se ubica en el Centro de Expresiones Contemporáneas gestado por la Municipalidad de Rosario, en los galpones junto al río Paraná y detrás del bello parque España. Allí, se dió lugar una serie de expresiones artísticas incluyendo fotografía, música, danza, arte moderno, moda y cine, comenzando con una banda haciendo sonar su instrumental música junto a dos acróbatas en piso, para luego movernos al espacio mas grande y disfrutar danzas aéreas y tres intervenciones de artistas locales, incluyendo montones de tierra con sus respectivas hormigas de papel que fueron el primer foco de atención de los que ingresaban.

Continuando, la productora Mala Frame presentó una serie de cortos de su autoría bastante sangrientos (y ya el título lo predecía: Sangre) y luego llegó la hora del desfile, con 3 diseñadores independientes mostrando sus extravagantes expresiones artísticas, muy distintas unas de otras, pero interesantes de analizar como moda fuera de la caja en la que estamos acostumbrados a mirar. Por último, para cerrar con un broche de oro, la cantante Hilda Lizarazu dio un pequeño recital con sus temas nuevos y repasando los clásicos de siempre.

A veces solo hay que poner el blanco la mente, borrar las referencias y los prejuicios existentes en nuestra mente y disfrutar del arte en su pura forma.

Podés ver más del desfile en Modápolis.

Pisingallo, por Marcia Millares

Fantasmas de la conciencia, por Julián Giraudo

Me gusta el amor porque rima con color, por Marina Fernández